Al hablar de protección pasiva contra incendios nos referimos a los sistemas que se instalan con el fin de reducir las consecuencias que puede generar un incendio. Es decir, cumplen con la función de retrasar el fuego para que las personas en el interior de la estructura logren actuar, sea para combatir el incendio o para desalojar el lugar.
La protección pasiva, a su vez, se divide en 3 categorías:
- Protección estructural: se trata de todas las medidas tomadas para impedir que un hipotético incendio afecte los elementos estructurales de una edificación.
- Compartimentación: son todas las medidas que se toman para cerrar los pasos entre el área en donde se inicia el incendio y las áreas adyacentes, evitando o retrasando la propagación del fuego.
- Tratamientos ignífugos: son técnicas que se utilizan para aislar de forma eficiente las estructuras de una edificación.
Sabiendo esto, se puede decir que, más allá de combatir un incendio con recursos materiales (protección activa), la protección pasiva es cualquier acción que se toma para que una estructura resista un incendio. Esto no solo ayuda a que las personas en el interior tengan tiempo de reacción, sino para que la edificación no colapse o se vea seriamente afectada.Con estas medidas se busca principalmente evitar que las llamas se propaguen, que el humo se extienda, contener los efectos térmicos, y mantener la estabilidad de los elementos estructurales.